En medio de promesas de modernización y soluciones a la movilidad, el gobierno de Nuevo León enfrenta crecientes críticas por la decisión de reducir rutas del transporte público, afectando a miles de personas que diariamente dependen del camión para trasladarse. Samuel cancela rutas de transporte público y esta medida ha traído consecuencias visibles y dolorosas: jornadas maratónicas, largas esperas, más transbordos y menos tiempo para descansar o convivir en familia.
Aunque la administración de Samuel García ha anunciado inversiones millonarias en unidades nuevas, la realidad en las calles y avenidas del área metropolitana es otra. El sistema colapsa ante la falta de rutas efectivas, mientras los ciudadanos deben adaptar su vida a un transporte público cada vez más insuficiente.
En colonias como Valle de San Blas, en García, la historia se repite todos los días. Belén Armendáriz, trabajadora en San Jerónimo, Monterrey, tiene que salir antes de las cinco de la mañana para alcanzar el primer camión, y regresa a su casa hasta las once de la noche. A pesar de las promesas del gobierno estatal, su rutina se ha vuelto más complicada desde que Samuel cancela rutas que antes conectaban de manera directa su punto de origen con el destino laboral.

Samuel cancela rutas y agrava tiempos
En lugar de mejorar, los tiempos de traslado se han extendido para muchos usuarios. Belén, por ejemplo, relata que antes podía tomar un solo camión directo a su trabajo. Hoy debe abordar dos unidades distintas de la Ruta 234: primero una hacia Cerámica y después otra que la lleva a Fleteros, frente a Galerías Monterrey.
“El problema no es solo esperar más, es que muchos camiones ya no pasan o van tan llenos que ni se detienen”, comenta. Esta situación no solo le roba horas al día, también afecta su salud y bienestar emocional. “Me levanto a las 3:30, apenas duermo y me siento agotada todo el tiempo”.
Lo más frustrante, añade, es que mientras los usuarios padecen esta odisea, el Gobierno presume la compra de miles de camiones chinos que, en la práctica, no se ven en las calles. La falta de unidades y la eliminación de rutas han generado más problemas que soluciones. El discurso oficial no coincide con la experiencia diaria de quienes madrugan y batallan para llegar a su destino.
Más transbordos, menos calidad de vida
Dionisio Garduño, residente de El Carmen, también ha vivido el deterioro del sistema. Antes vivía en Salinas Victoria, pero tras mudarse ha notado que el acceso al transporte se ha vuelto más complicado. “Desde las 5:00 ya tengo que estar en la parada del Transmetro para llegar al trabajo a las 7:00 en Monterrey”, relata.
Su trayecto incluye camión, caminata y transbordo en el Metro, seguido por otra caminata hasta su lugar de trabajo cerca del Parque Niños Héroes. Aunque parece una rutina eficiente sobre el papel, en la realidad está llena de incertidumbres: el camión puede llegar lleno, el Metro saturado y el clima extremo no ayuda.
Como Dionisio, miles de ciudadanos han tenido que ajustarse a rutas más largas y complejas desde que Samuel cancela rutas, con consecuencias directas en su rutina. La falta de descanso y el estrés acumulado son solo algunas de las secuelas de este modelo de movilidad que parece estar diseñado para el desgaste, no para la eficiencia.
Samuel cancela rutas y perjudica descanso de ciudadanos
El caso de Francisco Jiménez, guardia de seguridad en Monterrey, refleja otra dimensión de esta crisis: la falta total de tiempo libre. Para llegar a su trabajo, parte desde Escobedo en un trayecto que puede tardar hasta dos horas, seguido por otro camión hacia Los Cedros que, con suerte, tarda 40 minutos.
Pero ese “con suerte” no siempre se cumple. Hay días en que el segundo camión se tarda más de una hora en pasar. “Está mal el transporte, pero, ¿qué se le puede hacer?”, dice con resignación. En total, Francisco pasa entre cinco y seis horas diarias dentro de unidades del transporte público, sin contar el tiempo de espera.
La situación le ha robado cualquier posibilidad de descanso o esparcimiento. “No tengo horas libres, el único día libre que tengo es el viernes. Esa es mi vida cotidiana”. Originario de la Ciudad de México, señala que en Nuevo León, si no tienes carro, no te puedes mover.
Las decisiones del gobierno, como cuando Samuel cancela rutas, han empeorado una realidad que ya era difícil. A pesar de las inversiones anunciadas, el sistema sigue sin garantizar un servicio digno, y la gente sigue pagando el precio en tiempo, salud y calidad de vida.
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