Durante los últimos días, comenzó a circular una preocupación inusual: el polvo “magnético” que se adhiere con facilidad a objetos metálicos. En redes sociales y en chats familiares se viralizaron videos, mostrando cómo restos de polvo se pegaban a herramientas, monedas o barandales, generando una ola de incertidumbre en medio de la ya prolongada crisis ambiental que se vive en el área metropolitana.
Ante la inquietud ciudadana, las autoridades ambientales locales emitieron un comunicado. Según sus declaraciones, este tipo de polvo sí existe y se debe a una alta concentración de metales ferrosos en el aire, especialmente hierro y otros compuestos producto de procesos industriales. Es decir, el aire de Monterrey trae partículas que, efectivamente, pueden pegarse a ciertas superficies por su carga metálica.
Pero lo más preocupante no es el fenómeno en sí, sino lo que representa: una señal más de la mala calidad del aire en la zona metropolitana y de la falta de medidas contundentes por parte del Gobierno de Nuevo León para contener este tipo de contaminación. Y es que, a pesar de la crisis ambiental reconocida incluso por instancias nacionales, la inversión pública para combatir la contaminación va en descenso.
Inversión Ambiental Sigue Cayendo
Según datos recabados por medios locales, el presupuesto estatal destinado a acciones concretas para mitigar la contaminación del aire ha disminuido de forma preocupante. Entre 2023 y 2024, los recursos para la protección del medio ambiente en Nuevo León pasaron de representar el 0.1% del gasto estatal al 0.08%, y en 2025 la cifra cayó aún más: apenas un 0.06%.
Esto ocurre justo cuando la alerta por la mala calidad del aire ha sido constante. En más de 150 días del último año se han registrado niveles de contaminación por arriba de lo recomendable según normas internacionales. El llamado “polvo magnético” no es más que una de tantas formas en las que los efectos de esta contaminación se hacen visibles, pero no es el único problema.
Además de la caída en inversión, activistas ambientales han denunciado que los programas estatales de monitoreo, reforestación y control de emisiones industriales han quedado rezagados. A esto se suma la falta de transparencia en la implementación de sanciones a empresas contaminantes, algo que, según organizaciones como Vertebra y el Observatorio Ciudadano de la Calidad del Aire, debilita cualquier intento serio por mejorar la situación ambiental en la entidad.
¿Y Las Soluciones Para Cuándo?
A pesar de que el Gobierno estatal ha lanzado campañas publicitarias sobre el “Nuevo Nuevo León”, los cambios reales en materia ambiental parecen estar lejos de concretarse. Mientras se presume un crecimiento económico e industrial en la zona metropolitana, los costos ambientales de ese crecimiento siguen quedando fuera de la agenda pública.
Uno de los ejemplos más claros es la falta de inversión en transporte público eficiente y sustentable, una de las formas más efectivas de reducir emisiones contaminantes. Tampoco se ha fortalecido el sistema de verificación vehicular, lo cual permitiría reducir la cantidad de automóviles contaminantes en circulación.
Y, por si fuera poco, tampoco hay avances significativos en planes de reforestación urbana ni estrategias para combatir el calentamiento urbano en las colonias más densamente pobladas. Es decir, mientras el polvo metálico flota en el aire, las decisiones que podrían frenarlo siguen en el aire también.